El pasado viernes 23 inauguramos la exposición de Ignacio Pérez-Jofre, titulada «Las cosas». Una muestra que reúne 14 óleos y 12 acuarelas en la que los protagonistas son los objetos del entorno cercano del artista. Objetos que son representados por Pérez-Jofre en su doble naturaleza paradójica. Aquella en la que funcionan como una especie de retratos psicológicos del pintor para al mismo tiempo convertirse en presencias misteriosas e inexcrutables. La exposición ofrece un seductor recorrido por lugares comunes que habitualmente pasan desapercibidos a nuestros ojos, invitándonos a descubrir el porqué de las cosas Os invitamos a acercaros a esta exposición que estará abierta hasta el día 7 de octubre en horario de lunes a viernes de 20:00 a 21:30.
¿Por qué pinto cosas?
Porque están ahí.
Deambulo por la casa buscando algo para dibujar y siempre me fijo en las cosas que hay a mi alrededor, un despertador, unas gafas, un sombrero.
Las cosas me interesan por su doble naturaleza. Por un lado, son objetos de uso, seres instalados en lo cotidiano. De esa manera representan a la persona que los coge y los utiliza. Al pintar uno de estos útiles, dedico toda mi atención a lo que normalmente sólo recibe un interés residual, descuidado. Pero en este proceso de fijado y descripción de su aspecto, las cosas van revelando una cualidad opuesta a la primera. El objeto ya no es sólo un ser vinculado a la persona. También se muestra como un ente ajeno, como un individuo enigmático, cerrado. Así esa descripción minuciosa se vuelve un intento siempre fracasado de conocer aquello que no soy yo mismo.
Mi pensamiento es dual, contradictorio. Oscila. No se asienta. Creo que el valor de estas obras está en la tensión entre estos dos polos, identificación y extrañamiento.
Si miramos fijamente una escena cualquiera, siempre acaba pareciéndonos extraña, incomprensible. Estamos pintando el retrato de alguien cercano y de pronto su cara nos parece la de un desconocido. Esto lo dice Giacometti.
Las cosas nos cuentan otras cosas. Las gafas de sol reflejan en su cristal ahumado el espacio delante de ellas. El despertador esconde en su mecanismo la hora precisa en la que ha de sonar. El sombrero nos habla de esa oscura concavidad interior, del roce grasiento del pelo, de la cabeza y sus ideas.
En una exposición, la disposición de unas cosas al lado de otras crean una nueva narración, abierta y compleja.
Y luego, a otra cosa.
Ignacio Pérez-Jofre