El pasado sábado 10 de marzo se inauguraba en la galería vallisoletana La Gran, la exposición El aspecto de estar siendo observado de Ignacio Pérez-Jofre. Una selección de obras en gran formato y dibujos, donde los protagonistas son los objetos del entorno cercano del artista, a los que continuamente recurre para «retratarlos». Muchas de las piezas que se pueden ver en esta muestra proceden de la serie Las cosas, desarrollada por Pérez-Jofre desde hace ya varios años, si bien se han añadido expresamente cinco obras de gran formato realizadas recientemente, con títulos tan sugerentes como Viuda, Soltera o Sumisión que plantean un juego de significados al espectador.
La exposición estará abierta hasta el 12 de mayo.
En un texto titulado “Dibujado para ese momento”, incluido en El sentido de la vista, escribe John Berger: “ El dibujo de un árbol no muestra un árbol sin más, sino un árbol que está siendo observado”. Esto me hizo pensar acerca de mis motivaciones para pintar insistentemente los objetos que me rodean y me acompañan día a día en el transcurso de la vida. Una lámpara, un vaso, una botella, observados con atención una y otra vez, descritos con mayor o menor minuciosidad, siempre con absoluta concentración.
No podemos pintar nada tal como es. No sabemos nada del objeto en sí mismo, sólo del objeto tal como lo percibimos. Sólo describimos siempre cosas que están siendo contempladas. Se podría decir que los objetos posan para nosotros como un modelo para el fotógrafo. Las cosas se saben observadas y actúan en consecuencia. Toman una pose, una actitud. He empezado a notar que los objetos cotidianos no sólo están ahí como ellos mismos, para cumplir una función práctica o adornar un lugar, sino que también representan un papel, aluden a una realidad exterior a ellos mismos. Están personificados, animalizados, transformados en otras cosas. Cuentan historias o simbolizan ideas. Se asocian a experiencias, son registros de sucesos pasados o premoniciones de hechos futuros. Es como si estuvieran en un escenario teatral. A base de concentrarme en su aspecto, he descubierto que se abren a múltiples significados. Los títulos que pongo a estos cuadros no intentan agotar estos significados, son sólo indicios, claves o estímulos para que el espectador realice sus propias asociaciones.
Los últimos cuadros de objetos que he pintado toman los mismos motivos de siempre, pero en un tamaño mucho mayor. Sencillamente, me apetecía pintar en grande. Hay un placer y un descubrimiento en la amplificación del gesto. Algo que pertenecía a un ámbito íntimo y recogido, el movimiento del brazo, de la muñeca, propios de quien escribe una carta sentado en el escritorio, se transforma e implica ahora todo el cuerpo, se vuelve expansivo. Exige distancia, esfuerzo físico.
Luego descubrí que, al aumentar de tamaño, se potencia en el objeto esa cualidad de figura, de personaje.
Supongo que el aumento de tamaño tiene también que ver con la importancia creciente que estos sencillos objetos han ido adquiriendo en mi pensamiento. Giacometti, en una entrevista con David Sylvester: “Si el vaso que está ahí, delante de mí, me impresiona más que todos los vasos que he visto en pintura, y si creo incluso que la maravilla arquitectónica más grande del mundo no podría afectarme más que este vaso, no merece la pena, en realidad, ir a la India a ver uno u otro templo, cuando tengo lo mismo y más justo delante de mí.”
Ignacio Pérez-Jofre